Definición e Importancia de la Hermenéutica
De modo general Hermenéutica es la ciencia que aplica todas las reglas necesarias para la explicación y entendimiento de algún pasaje literario. En el Campo estrictamente bíblico, se entiende por Hermenéutica la ciencia de la interpretación bíblica.
La Hermenéutica tiene como propósito establecer pautas y reglas para la interpretación de las Sagradas Escrituras. Esto debido a que cualquier documento escrito está expuesto a una mala interpretación. De allí que la Hermenéutica ha creado reglas para protegernos de los errores de interpretación.
El estudio de la Hermenéutica bíblica reviste importancia por las siguientes razones:
1.- El estudio inteligente, comprensivo de la Biblia es lo único que le proveerá al ministro el material adecuado para la construcción de su teología.
2.- Cada sermón que se predica debe descansar sobre una sólida y correcta interpretación Bíblica.
3.- La instrucción Bíblica de los miembros de la Iglesia demanda que se haga desde una perspectiva correcta y de sana interpretación Bíblica 2da. Timoteo 2: 14-18
4.- La defensa de la verdad Bíblica de los ataques, de las críticas de los indoctos y sus errores, exige un manejo responsable y consistente de las Sagradas Escrituras; y para esto la Hermenéutica es de suprema ayuda.
La Necesidad Del Estudio De La Hermenéutica
Es necesario el estudio de la Hermenéutica Bíblica por los siguientes motivos:
1.- Debido a la dificultad que existe para traducir literalmente a otro idioma las características propias de todo lenguaje humano.
2.- Las Sagradas Escrituras originalmente fueron escritas en idiomas ahora muertos, y correspondientes a una familia lingüística diferente a la de nuestro idioma, a saber: Hebreo y Griego.
3.- Por naturaleza las Sagradas Escrituras son para interpretarlas correctamente. Dios no reveló su palabra para que no la entendamos, sino para entenderla bien.
4.- Tenemos el derecho y obligación de conocer bien las Sagradas Escrituras, y para esto la Hermenéutica es de gran ayuda.
5.- Una interpretación de la Biblia sujeta a una adecuada Hermenéutica eliminará toda posibilidad de un acercamiento mecánico a la Sagradas Escrituras.
6.- Sólo una aproximación a las Escrituras con el apoyo de una sana Hermenéutica nos salvaguardará de errores.
7.- La Hermenéutica nos capacitará para descubrir lo que Dios ha dicho en las Escrituras, determinando el significado de la Palabra de Dios, A fin de diferenciarla de la palabra humana.
Disposiciones Necesarias Para El Estudio De Las Sagradas Escrituras
Todo estudiante de la Biblia que desea obtener el mayor provecho espiritual de ella necesita lo siguiente:
1.- Un espíritu respetuoso .- La Biblia es la Palabra de Dios por eso debemos acercarnos a ella con sumo respeto, con absoluta reverencia. Cuando estudiamos así la Palabra de Dios, ella se descubrirá en sus maravillas a nosotros.
2.- Un espíritu dócil .- La persona obstinada que se acerca a la Biblia con ideas preconcebidas con el afán de criticarla o de encontrar en ella errores y contradicciones, no sacará ningún provecho espiritual de ella. Pero el discípulo manso y dócil verá y entenderá la verdad divina,pues Dios promete "encaminar a los humildes por el juicio y enseñar a los mansos su carrera"
3.- Amor a la verdad .- Para estudiar con provecho la Biblia es necesario poseer un corazón que ama la verdad de Dios, y que por esto desea conocerla.
4.- Paciencia en el estudio .- La paciencia, la diligencia, la perseverancia son virtudes indispensables para estudiar provechosamente las Sagradas Escrituras. Salmos 119: 103, 128, 162.
5.- Prudencia en el estudio .- Hay que iniciar el estudio de la Biblia desde lo más sencillo hasta lo más difícil. El Nuevo Testamento es más sencillo que el Antiguo. Los evangelios son más fáciles que las cartas apostólicas. Los tres primeros evangelios son más sencillos que el cuarto.
Herramientas Para El Estudio Hermenéutico De Las Escrituras
1.- Todas las versiones de la Biblia que le sea posible obtener. Ejemplos:
Versión Reina Valera 60
Biblia de Jerusalén.
Versión Reina Valera 95
Biblia traducida por Straubinger.
La Biblia de las Américas
Reina Valera 1977 editorial CLIE
Sagrada Biblia Nacar – Colunga
Nueva Versión Internacional
Dios Habla Hoy
Nota: Es necesario diferenciar entre Versiones Bíblicas (que son traducciones diferentes de la Biblia) y Biblias de Estudio (que contienen comentarios y ayudas). Existen varias Biblias de Estudio evangélicas que por lo general usan la versión Reina Valera del 60.
2.- Concordancias de la Biblia, tanto alfabética como temática.
3.- Diccionario Bíblico, por Ej.: de Edit. CLIE; CARIBE u otro.
4.- Diccionario de la Lengua Española.
5.- Gramática de la Lengua Española.
6.- Diccionario de Sinónimos de la Lengua Castellana.
7.- Si el estudiante desea profundizar en sus estudios le recomendamos que adquiera un buen texto de Hermenéutica Bíblica, por ejemplo: Claves de Interpretación Bíblica por Tomás de la Fuente. Hermenéutica Bíblica por José Ma. Martínez; Normas de Interpretación Bíblica por Ernesto Trenchard; Hermenéutica por E. Lund y Alice Luce.
Hermenéutica es la ciencia de interpretar correctamente la Biblia usando el método gramático-historico tomando en cuenta el impacto directo del contexto en el cual se dio la Palabra de Dios. Se sigue la interpretación literal de las palabras sin ignorar las figuras literarias y retóricas, las parábolas, la poesía y la profecía. Provee las herramientas para ser un buen intérprete de las Escrituras.
GUIAS PARA EL ENTENDIMIENTO DE LAS ESCRITURAS por J. VERNON McGEE
Traducción al español: Juanita de Coots CADENA DE RADIOEMISORAS A TRAVES DE LA BIBLIA Apartado: 4258 Puerto La Cruz — Venezuela
INTRODUCCION ¿ES IMPORTANTE LA BIBLIA?
Sin duda la Biblia es el libro que ha sufrido más difamación que cualquier otro libro que haya sido escrito. Sin embargo ha ministrado y sigue ministrando a millones de personas por todo el globo y viene haciéndolo ya por unos mil años. Un libro de esta índole y que lleva un impacto tan tremendo sobre la raza humana ciertamente merece la consideración inteligente de ambos hombres y mujeres.
Cuando estaba moribundo el Sr. Walter Scott, le dijo al secretario, “Tráeme el libro”. El secretario pareció estar algo confundido y miró al estante, el cual contenía los libros que Walter Scott había escrito y se preguntó cuál de ellos el Sr. Scott intentó que le llevara. De modo que le preguntó, “¿cuál libro?” Se dice que Walter Scott le respondió, “La Biblia. Hay un sólo libro para un hombre cuando le llega la hora de la muerte”. Es el libro para cualquier hombre que esté moribundo, pero también es el libro para el hombre vivo. Muchas personas tienen interés en la Biblia solamente cuando se hallen en grandes dificultades. Es maravilloso tener un libro en el estante al cual acudir en un tiempo así, pero también es un libro que sirve para la energía completa de la vida. Es un libro con que podemos hacer frente a la vida hoy en día, y es el libro que enseña la única ruta segura a seguir por este mundo y al próximo. Es el único libro que nos hace capaces de hacer frente a las emergencias y que suaviza los golpes de la vida que nos llegan. La Biblia es diferente de cualquier otro libro.
Este es un libro que ha influido a grandes hombres, los cuales en su turno han tenido una influencia sobre el mundo. Permítanme participarles unas declaraciones de unos grandes hombres.
Había un príncipe africano que llegó a Inglaterra y se le presentaron a su majestad la reina Victoria. El príncipe le hizo una pregunta muy significante, “¿Cuál es el secreto de la grandeza de Inglaterra ?“ La reina presentó al príncipe una Biblia bellamente encuadernada, y le declaró “Esta es el secreto de la grandeza de Inglaterra.” Me pregunto, mis amigos, si la decadencia de Inglaterra a una nación de segunda clase, y de una calidad muy inferior, pudiera haber sido el resultado de abandonar la Palabra de Dios.
Gladstone, que era primer ministro y uno de los más grandes pensadores jurídicos que la Gran Bretaña ha producido, dijo: “¡Hable de las cuestiones del día! no hay sino una sola cuestión, y es el Evangelio que puede y sí lo remediará todo. Me da gusto decir que casi todos los hombres de primer rango en la Gran Bretaña profesan ser cristianos”. Ahora, eso fue allá por el siglo diecinueve. Gladstone continúa diciendo, “Hace cincuenta y ocho años que sirvo de funcionario público. He pasado todos menos once años en el gabinete del gobierno británico. Durante aquellos cuarenta y siete años me he asociado con sesenta de los peritos del siglo, y todos menos cinco eran cristianos.” Creo que una parte del problema que tenemos en el mundo hoy en día es que existen muy pocos cristianos que se encuentran de primer rango hoy. Por eso, hay muy pocos que conocen la Palabra de Dios.
Michael Faraday, uno de los más grandes experimentadores científicos del siglo diecinueve, declaró: “¿Por qué se extraviarán los hombres cuando tienen este bendito libro de Dios para guiarlos?” El científico del siglo anterior, el señor Isaac Newton dijo: “Si la Biblia es la verdad, los días llegarán cuando los hombres viajarán en una velocidad de 50 millas por hora.” Y Voltaire, el escéptico de aquel entonces, comentó, “El pobre Isaac. Estaba en su chochera cuando hizo esa profecía. Sólo sirve para mostrar el efecto que produce un estudio bib1ico sobre un científico”.
Pueda ser de interés notar lo que unos de los primeros presidentes de los Estados Unidos dijeron acerca de la Biblia. Juan Adams, el segundo presidente, dijo, “La he examinado toda (es decir, todas las Escrituras), tanto como mi esfera limitada, mis medios enderezados, y mi vida activa me la dejan examinar, y hallo como resultado que la Biblia es el mejor libro en el mundo. Contiene más de mi poca filosofía que todas las bibliotecas que he visto, y las partes de ella que no puedo reconciliar con esa poca filosofía, las aplazo para una investigación futura.” Luego, otro presidente, Juan Quincy Adams, dijo, “Hablo como un hombre del mundo a los hombres del mundo, y les digo: Escudriñad las Escrituras. La Biblia es un libro sobre todos los otros para ser leído en todas las edades y en todas las condiciones de la vida humana; no para ser leído una o dos veces y luego ser puesto a un lado, mas es de ser leído en porciones pequeñas de uno o dos capítulos cada día.” Estos hombres servían de presidentes en los días cuando la América del Norte gozó de ser una gran nación. No nos comprometieron en las guerras extrañas y les fue posible resolver los problemas de la calle. Alguien dirá que los problemas de aquel entonces no fueron tan complicados como los de hoy en día. Mi amigo, sí fueron complicados para aquel entonces. No solamente en Inglaterra, sino también en los Estados Unidos han abandonado la Palabra de Dios y por lo más lejos que desviamos, lo más complicado llega a ser el problema. Y, es por eso que enseño la Palabra de Dios en su totalidad. Yo creo que esa es la única resolución, y francamente, mis amigos, más vale volvernos a la Palabra de Dios.
Otro presidente, Tomás Jefferson dijo lo siguiente en cuanto a la Biblia, “Siempre he dicho, y seguiré diciendo, que la lectura cuidadosa del Sagrado Volumen nos hará ciudadanos, esposos y padres de los mejores.” Eso es algo en que podemos pensar hoy día cuando unos ciudadanos están quemando las ciudades en que vivimos, y el aumento proporcional del divorcio corre a rienda suelta.
Daniel Webster declaró: “Si hay alguna cosa en mi estilo o pensamiento que sea de alabanza, el encomio se debe a mis amables padres por infundirme desde temprano un amor para las Escrituras.” ¿Qué les parece hoy?, padres cristianos, ¿Están levantando a un Webster en el hogar? o, ¿Están levantando a un ‘hippy’ pequeño? Webster también dijo, “La he leído toda muchas veces. Ahora tengo la costumbre de atravesarla una vez al año. Es el libro de todos los otros para abogados tanto como para ministros. Le compadezco al hombre que no puede hallar en ello un abasto rico de pensamiento, y reglas para la conducta.”
EL LIBRO DE LIBROS
Nacida en el oriente y vestida de forma e imaginación oriental, la Biblia anda por todo el mundo con pies familiares, y entra en tierra tras tierra para hallar la suya en todas partes. Se ha aprendido hablar al corazón del hombre en centenares de idiomas. Llega al palacio para decirle al monarca que es un siervo del Altísimo, y luego entra en la casa de campo para asegurarle al campesino que él es un hijo de Dios. Niños escuchan su relato con admiración y encanto, y sabios la consideran ser parábola de luz. Contiene una palabra de paz en la hora de peligro, una palabra de consuelo en el tiempo de calamidad, y palabra de luz en la hora más obscura. Sus oráculos se repiten en la asamblea del pueblo; su consejo se susurra en el oído del solitario. A los perversos y orgullosos les hacen temblar sus amonestaciones, mas a los heridos y contritos les resuena como voz de madre. El desierto y lugar solitario han sido alegrados por ella, y el fuego del hogar ha alumbrado la lectura de sus páginas bien hojeadas. Se ha pasado lentamente a nuestros sueños más preciosos para que el amor, la amistad, la memoria y esperanza, la simpatía y devoción se vistan de la ropa más bella de su lenguaje atesorado que respira incienso y mirra. ¡La Biblia! ¡La Palabra de Dios!
Autor Desconocido
¿ES EXCEPCIONAL LA BIBLIA?
La Biblia es un libro único por muchos lados. Es muy excepcional en que tiene una calidad doble de autor. En otras palabras, Dios es el autor de la Biblia, y a la vez hombres son los autores de ella. En realidad, la Biblia fue escrita por unos 40 autores durante un período de aproximadamente 1.500 años. Unos de estos hombres nunca oyeron decir de los demás, y no hubo ninguna colusión entre los 40. Dos, o tres pudieran haberse juntado para ponerse de acuerdo, pero a los demás no les fue nada posible. Y sin embargo, han presentado un libro que tiene una continuidad más maravillosa que cualquier otro libro que haya sido escrito. También queda sin error. Cada autor expresaba sus propios sentimientos en su propia época. Cada uno tenía sus limitaciones e imperfecciones, y cometieron errores. El pobre Moisés sí cometía errores, pero cuando Moisés escribió el Pentateuco, por una razón u otra, no escribió ni una declaración errada. No ven, que es un libro humano y todavía un libro divino.
Es un libro muy humano, escrito por hombres de todas ocupaciones. Entre ellos había un príncipe y un pobre; había uno muy intelectual, y también uno muy sencillo. Por ejemplo, el doctor Lucas escribe un griego casi clásico y maravilloso en una época cuando era muy popular hablar el griego Koiné. Pero Simón Pedro escribió algo en griego también. Era pescador y su griego no era tan bueno, mas Dios el Espíritu Santo usó a ambos hombres. Dejó que expresaran sus pensamientos, sus emociones, y sin embargo por aquel método el Espíritu de Dios dominaba de tal manera que Dios dijo exactamente lo que quería decir. Aquella es la maravilla del libro, la Biblia.
Es un libro divino. En la Biblia, Dios dice unas 2.500 veces, “Así dijo el Señor” o, “La Palabra del Señor vino sobre mi” o, “Así ha dicho Jehová”. Dios lo ha hecho muy claro que habla por medio de este libro. Es un libro que puede comunicarles la vida. Aún pueden llegar a ser hijos de Dios, “siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” Es la comunicación de Dios al hombre. Si Dios hablara del cielo ahora mismo, se repetiría porque ya ha dicho todo lo que quiere decir a esta generación. A propósito, Dios no aprendió nada de nuevo cuando leyó el periódico de hoy. Y cuando el hombre llegó a la luna, no descubrió nada que Dios ya no sabía cuando nos dio la Palabra de Dios. Es el mismo Dios que creó el universo en que vivimos hoy día.
La Biblia es divina y humana. De un lado es como mi Señor, el cual caminaba en la tierra y se cansaba, y se sentó junto al pozo. Aunque era Dios, también era hombre. Hablaba con personas acá en la tierra y se comunicó con ellas. Este es un libro que comunica. Habla a la humanidad hoy en día. La Biblia es para los hombres tales como son.
La Biblia es un corredor entre dos eternidades por el cual anda el Cristo de Dios. Sus pasos invisibles resuenan por el Antiguo Testamento, mas le conocemos cara a cara en la sala del trono en el Nuevo Testamento. Y es sólo por Cristo que fue crucificado por mí que he encontrado el perdón de pecado y la vida eterna. Se resume el Antiguo Testamento en la palabra CRISTO. Se resume el Nuevo Testamento en la palabra JESUS, y el resumen de la Biblia entera es que JESUS ES EL CRISTO.
Obispo Pollock
¿COMO SE SABE QUE LA BIBLIA ES DE DIOS?
¿Cómo se sabe que la Biblia es de Dios? Esta es una buena pregunta, y digna de ser no sólo hecha sino también de ser contestada.
1. LA PRESERVACION —Una de las pruebas objetivas, una de las pruebas externas, ha sido la preservación maravillosa de la Biblia. Había un rey de tiempos pasados —leemos acerca de él en Jeremías— el cual, cuando le enviaron la Palabra, tomó un cortaplumas y la cortó en pedazos. Pero, la escribieron de nuevo, y tenemos aquella Palabra hoy día. Hoy en día hay mucho antagonismo en cuanto a la Biblia. No la quemamos hoy porque nos consideramos ser demasiados civilizados. De modo que, la manera en que la destruyen es por prohibir su lectura en las escuelas y en otros lugares públicos acá en los Estados Unidos mientras que hablamos de la libertad de cultos y de palabra que tenemos. A pesar de todos los ataques que han lanzado en contra de la Biblia, todavía existe. Y por supuesto, es uno de los libros que más se venden. Por muchos años era el favorito, pero no lo es hoy día. Siento mucho tener que decirlo, pero es verdad que hoy en día no es el que se vende más. Es cierto que es un comentario sobre nuestra sociedad contemporánea revelando que la Biblia realmente no ocupa el lugar hoy que una vez ocupaba en la historia y la vida de Norte América. Pero la preservación maravillosa de la Palabra de Dios es digna de nuestra consideración.
2. LA ARQUEOLOGIA —Otra manera en que podemos saber que la Biblia es la Palabra de Dios es por medio de la arqueología. La pala del arqueólogo ha desenterrado muchas evidencias que verifican que la Biblia es la Palabra de Dios. Por ejemplo, hay los que negaron por muchos años la autoridad moisíaca del Pentateuco sobre la base de que el arte de la escritura se desconocía en la época en que vivió Moisés. Y por eso, no pudo haber escrito Moisés el Pentateuco. Ustedes no han escuchado promover a alguien esa teoría recientemente, ¿verdad? Claro que no, porque la pala del arqueólogo ha desenterrado escritura que data desde un tiempo aún más anterior que Moisés. De modo que, su argumento ya no es válido. Luego encontramos que los arqueólogos han desenterrado la ciudad de Jericó y los muros que cayeron. Había un argumento entre la señorita Keilog y el inglés que primero excavó allí, pero yo creo que ha sido muy bien establecido que los muros sí cayeron. Dejo que ellos mismos se disputen en cuanto al tiempo y toda clase de cosas así. La Palabra de Dios ha sido verificada en otras maneras también a través de los descubrimientos arqueológicos. Muchos de los manuscritos antiguos que han descubierto hacen ver la exactitud de la Palabra de Dios. Es muy interesante que cuando hallaron los rollos de Isaías dentro de los rollos del Mar Muerto, el liberal se apresuró a aprovecharlos porque pensaba que había hallado un argumento que desacreditaría la Biblia. Es muy interesante que no desacreditaron la Biblia, sino la comprobaron y parece que el liberal ha perdido bastante interés en aquellos rollos del Mar Muerto. Este es un campo en que no me es posible entrar extensamente por ser tan breve el estudio, pero es un campo al cual ustedes podrían investigar.
3. LA PROFECIA CUMPLIDA —Si me pidieran hoy darles solamente una razón, una prueba conclusiva de que la Biblia es la Palabra de Dios, yo diría que es el cumplimiento de la profecía. La Biblia está llena de profecía cumplida, y yo creo que esta es la prueba de la cual no se puede huir, ni la puede evadir. Una cuarta parte de la Escritura, cuando fue escrita, era profética; es decir, anunciaba cosas que iban a suceder en el futuro. Muchísima de aquella —en efecto, muchísima más que lo que se imaginan los hombres— ya ha sido cumplida. Bien podríamos volver a muchos lugares donde la profecía ha sido cumplida exactamente. Hay ejemplos de muchas profecías de acontecimientos locales que fueron cumplidas aún durante los días del profeta. Por ejemplo, Micaías era el profeta que le dijo al viejo Acab que cuando saliera a la batalla, la perdería y sería matado. Sin embargo, los profetas falsos de Acab le habían dicho que ganaría una victoria y que regresaría de rey victorioso. Por causa de que no le gustó lo que dijo Micaías, Acab mandó que lo echaran en la cárcel y que lo mantuvieran con agua y pan hasta su regreso de la batalla, y luego él cuidaría del profeta. Pero Micaías lanzó la última palabra y dijo, “Si llegas a volver en paz, Jehová no ha hablado por mí”. Pues, por lo visto, el Señor había hablado por él porque Acab no volvió. Se mató en la batalla, y su ejército fue derrotado. Aún procuró disfrazarse con camuflaje para que no hubiera peligro de perderse la vida. Pero según el relato de Escritura, un soldado del enemigo “disparó su arco a la ventura.” Es decir, que cuando la bata1la ya estaba para terminar, le quedó una sola flecha en su aljaba y la metió y la disparó al espacio. Pero, ¿saben algo? Aquella flecha fue designada para el viejo Acab. Voló directamente a su blanco. ¿Por qué? Porque Micaías había hecho una profecía exacta del Señor (I de Reyes 22).
En otra ocasión, el profeta Isaías dijo que el ejército de Asiria no dispararía ni una flecha en la ciudad (II de Reyes 19:32). Bueno, eso es muy interesante. La profecía de Micaías fue cumplida porque un so1dado disparó una flecha de casualidad. ¿No creerían ustedes que entre 20.000 soldados, hubiera uno irresponsable en el uso de armas de fuego, el cual dispararía un “arco a la ventura”, y dejar que una flecha volara en la ciudad? Bueno, ninguno lo hizo. Isaías había dicho que si el enemigo disparara en la ciudad, entonces podrían estar seguros de que no era profeta de Dios. Y era profeta de Dios como fue probado por este cumplimiento local de la profecía. Pero Isaías también dijo que una virgen pariría a un niño, y lo dijo 700 años antes de que fuera cumplida literalmente. Y, si desean una prueba final, había más de 300 profecías tocantes a la primera venida de Cristo, y todas fueron cumplidas literalmente. Al estar colgado Jesús en la cruz antes de morirse, había una profecía que aún no se había cumplido. El Salmo 69:21 dice, “Y en mi sed me dieron a beber vinagre”. (Juan 19:28.30) Es cosa asombrosa. Los hombres ni pueden adivinar así. Es algo gracioso observar al meteorologista. Durante la estación de verano en el sur de California él informa bien acerca del tiempo, mas al cambiar la estación cualquier hombre pudiera adivinar tan bien como él. En la nación de Israel un profeta tenía que hablar con exactitud. Si sus palabras no fueran exactas, le podrían matar. Dios había dicho que podrían discernir a un profeta verdadero porque lo que predecía siempre pasaría. Le pidieron siempre al profeta que profetizara un acontecimiento local como lo profetizó Isaías, y luego podrían profetizar tocante al futuro como también lo hizo Isaías. Ahora podemos reflexionar y ver que aquellas profecías fueron cumplidas también.
Hay tantas otras profecías. Tiro y Sidón se encuentran hoy día exactamente en el lugar donde la Palabra de Dios hace 2.500 años dijo que estarían. Hoy, Egipto está exactamente en el sitio en que Dios dijo que estaría. Todas estas profecías cumplidas son asombrosas, mis amigos, y constituyen una de las pruebas más grandes de que la Biblia es, de veras, la Palabra de Dios. No ven, que los hombres simplemente no pueden ser tan exactos. Los hombres no pueden aún adivinar así como eso.
Permítanme mostrarles que, según la ley matemática de conjetura problemática, el hombre nunca podría profetizar. Vamos a decir que yo profetizaré en cuanto al tiempo. Supongan de que yo les diga ahora mismo que dondequiera que estén mañana, que va a llover. Permítanme decirles que corro el riesgo de tener razón por igual, porque mañana sí lloverá, o no lloverá. Resultaría que para algunos de ustedes sería una profecía falsa. Ahora, supongan que prediga que lloverá mañana y que empezará a las nueve de la mañana. He añadido otro elemento incierto. Antes, tenía la posibilidad de tener razón por igual, mas ahora la posibilidad se baja en 25 por ciento. Cada elemento incierto que se añade disminuye la posibilidad de que tenga razón según la ley de conjetura problemática. Ahora, supongan que yo diga que empezará a llover a las nueve de la mañana, y que escampará a las dos de la tarde. ¿Pueden imaginarse de la posibilidad de que sea exacto, o que tenga razón? Supongan que añada yo 300 elementos inciertos. No hay ni sombra de posibilidad de que sea exacto. Yo no podría dar en el clavo, ni en el blanco. Me sería imposible. Sin embargo, la Palabra de Dios sí dio en el blanco, mis amigos. Es muy exacta. La Biblia ha entrado en aquella región de la imposibilidad absoluta, y eso me da la prueba absoluta de que esta es la Palabra de Dios. No hay nada que la compare. Les he dado solamente unos pocos ejemplos de la profecía cumplida, mas se encuentra en la Palabra de Dios profecía tras profecía que ha sido cumplida literalmente. Y, a propósito, yo creo que nos indica el método por el cual la profecía para el futuro todavía ha de ser cumplida.
4. VIDAS TRANSFORMADAS —Les ofrezco dos razones más como pruebas de que esta es la palabra de Dios. Yo he visto lo que la Palabra de Dios hace en las vidas de hombres y mujeres. He visto las vidas transformadas de creyentes hoy en día. Recuerdo ahora mismo de un señor que escuchaba el programa por allá en Oakland, California. Le conozco bien. No les voy a divulgar todos los detalles de su vida, pero es cierto que tenía muchos problemas y que vivía en mucho pecado. De costumbre, recibo cartas de personas que escuchan el programa por primera vez y se convierten, y eso es magnífico y lo creo ser cierto. Pero este señor empezó a escuchar el programa radial y seguía escuchando semana tras semana. Se hacía antagónico y muy enojado. Me dijo que si le fuera posible agarrarme cuando yo estaba enseñando la epístola a los Romanos, informándole a él de que era pecador, me habría apuñeado. Y francamente, mis amigos, creo que bien podría haberlo hecho porque él es mucho más grande y fuerte que yo. Me alegro de que no le fuera posible agarrarme. Pero este hombre aceptó a Cristo, y permítanme decirles que ha sido maravilloso ver lo que Dios ha hecho en su vida. Testimonios así como este se pueden repetir muchísimas veces. Ambos jóvenes y adultos han hallado provecho y realización en la vida, familias han sido reunidas, individuos han sido librados del alcoholismo y la morfinomanía. Muchos han tenido las vidas transformadas por venir a Cristo. Ahora, permítanme darles otra razón. Al terminar mis estudios en el seminario, yo era uno que predicaba en defensa del Evangelio. Procuraba defender la Biblia. En efecto, creo que cada mensaje que yo predicaba trataba de aquella defensa. Yo pensaba que si pudiera encontrar las respuestas suficientes a las preguntas que se hacían para justificar el no creer en la Biblia, entonces al dárselas, los hombres no tendrían ninguna razón de no creer que la Biblia es la Palabra de Dios. Sin embargo, hallé que aunque podría darles las respuestas, la cosa más peor del mundo sería bajar corriendo intelectualmente a un hombre. En el momento de hacerlo, nos hicimos enemigos y nunca podría ganarlo para el Señor. De modo que encontré que ese método fue contraproducente. Pues, me desalojé de la esfera de la apologética porque sí era predicador de ella, y empecé a enseñar la Palabra de Dios en la manera más sencilla que me fuera posible. Sólo la Biblia puede cambiar al pecador en santo.
5. EL ESPIRITU DE DIOS LA VERIFICA —Otra razón por la cual me desalojé de la esfera de la apologética era porque ha habido un desarrollo positivo en la vida mía. He llegado al lugar en mi vida donde no sólo creo que esta es la Palabra de Dios, sino que también sé que es la Palabra de Dios. Yo sé que es la Palabra de Dios por el hecho de que el Espíritu de Dios la ha verificado en mi propio corazón y vida. Es lo mismo que Pablo escribió a los Colosenses. Oraba que “seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual.” (Colosenses 1:9) Eso sería precisamente lo que yo desearía que se orara por mí porque he hallado que el Espíritu de Dios sí puede verificar estas cosas en el corazón suyo, y que no necesitan de la arqueología y otras pruebas para probar que la Biblia es la Palabra de Dios. Hace mucho tiempo, un predicador joven me dijo que se sentía emocionado por un reciente descubrimiento arqueológico. Le dije que yo no lo consideraba ser una cosa de tanta emoción, y él llevó un chasco grande y aún un disgusto porque no le respondí como él quería que respondiera. Pues, me preguntó cómo era posible que no me impresionó el nuevo descubrimiento. “Bueno,” le dije, “ya yo sabía que era la Palabra de Dios mucho antes de que la pala del arqueólogo desenterrara aquello.” Y, “¿Cómo sabías?” me preguntó. “El Espíritu de Dios lo ha estado verificando en mi propio corazón,” le contesté. Espero que el Espíritu de Dios les verifique la Palabra de Dios y que la haga una realidad en su vida. Oro que les dé la seguridad para poder declarar que sí saben que es la Palabra de Dios.
¿QUE SIGNIFICA LA REVELACION? ¿LA INSPIRACION? ¿LA ILUMINACION? ¿LA INTERPRETACION?
La revelación quiere decir que Dios ha hablado y que se ha comunicado con el hombre. La inspiración garantiza la revelación de Dios. La iluminación tiene que ver con el Espíritu Santo de Maestro. El se comunica. La interpretación tiene que ver con la explicación que ustedes y yo damos a la Palabra de Dios.
LA REVELACION
La revelación significa que Dios ha hablado “Así ha dicho Jehová” y expresiones de esta naturaleza ocurren más de 2.500 veces en la Biblia. El Señor no quiere que entendamos mal que El ha hablado. Fíjense en Hebreos 1:1, 2.
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.
Dondequiera que se encuentren dos personas dotadas de un cierto punto razonable de inteligencia y que guarden los mismos sentimientos y deseos, y que se atraen, verán que existe una comunicación entre ellos. Personas que tienen las mismas tendencias, aún estando separados el uno del otro, se gozan al ponerse en contacto y se contentan al recibir comunicación el uno del otro. Este característico innato del corazón humano explica el porqué del departamento de correos, del teléfono, y del telégrafo. Amigos se escriben y un esposo fuera del hogar escribe a su esposa. El muchacho que esta internado escribe a su casa. También se envía la epístola perfumada de una novia al novio, y él responde con la epístola suya. Todo esto se llama comunicación. Es la expresión del corazón. Las Escrituras dicen, “Un abismo llama a otro.” Recuerdo la emoción que me sentía al leer la historia de Elena Keller. Ella fue excluida del mundo por ser ciega y sorda, sin manera alguna de comunicarse. Luego, se le abrió un camino para que pudiera comunicarse, probablemente de una manera mejor que muchos de nosotros que gozamos de las capacidades de ver y oír.
Ahora, sobre la base de todo esto, me gustaría hacerles una pregunta que la creo ser racional, y ciertamente inteligente. ¿No es razonable concluir que Dios se ha comunicado con sus criaturas a las cuales ha capacitado de un cierto punto de inteligencia, y a quienes creó a Su imagen?
Permítanme decirles que si no tuviéramos una revelación de Dios, yo creo que ahora mismo ustedes y yo podríamos esperar y El estaría hablándonos por el mero hecho, mis amigos, de que podemos esperar que Dios nos hable. Se fijarán en que el escritor a los Hebreos dice que Dios en el Antiguo Testamento habló por los profetas, y que ahora ha hablado por Cristo. La revelación a los profetas en el Antiguo Testamento, y la de Cristo en el Nuevo Testamento, ambas están en la Palabra de Dios, por supuesto, y es la única manera en que jamás supiéramos acerca de la comunicación de la una o de la otra. La Biblia contiene 66 libros, y Dios nos ha hablado por medio de ellos.
La Biblia contiene el pensamiento de Dios, el estado del hombre, el camino de la salvación, la condenación de los pecadores y la felicidad de los creyentes. Sus doctrinas son santas, sus preceptos son justos, sus relatos son verdaderos, y sus decisiones son inmutables. Léala para ser sabio, créala para ser salvo, y practíquela para ser santo. Contiene luz para dirigir, alimento para sustentar y consuelo para alegrar. Es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada del soldado y la cartilla del cristiano. En ella el Paraíso se restaura, el cielo se abre y las puertas del infierno se ponen al descubierto. Cristo es su gran tema, nuestro bien su designio, y la gloria de Dios su fin. Léala lenta, frecuentemente y en oración. Es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un río de placer. Involucra la más grande responsabilidad, recompensa la obra más grande y condena a los que toman en poco su santo contenido.
Autor Desconocido
LA INSPIRACION
Ahora entramos al segundo gran tema, el cual es la inspiración. Creo personalmente en lo que se llama la inspiración verbal y plenaria de las Escrituras. Eso quiere decir que la Biblia es una declaración autorizada, y que cada palabra es la Palabra de Dios para nosotros en este día en que vivimos. La inspiración garantiza la revelación de Dios. Y eso es precisamente lo que dice este libro. Dos hombres, Pablo escribiendo su última epístola a Timoteo, y Pedro escribiendo su última, ambos tenían algo muy definido a decir en cuanto a la Biblia.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. (II a Timoteo 3:16, 17).
Fíjense en que TODA la Escritura es dada por inspiración. La palabra “inspiración” significa “expirada por Dios”. Dios hablaba por estos hombres, como aquí habló por Pablo, exactamente lo que El quiso decir. No hay más que añadir. Pedro lo expresa en esta manera:
Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (II de Pedro 1:21).
Es muy importante ver que estos hombres fueron conmovidos, como si fueran llevados por el Santo Espíritu de Dios. Era el Obispo Westcott que dijo, “Los pensamientos están unidos a las palabras tan forzosamente como el alma está unido al cuerpo.” Y, el Doctor Keiper dijo, “Puede existir la música sin notas, o la matemática sin números tan fácilmente como pueden existir los pensamientos sin palabras. No son los pensamientos que son inspirados. Son las palabras que son inspiradas”.
Hay un cuentecito acerca de una muchacha que había tomado clases de voz con un profesor famoso. En el día del recital, el profesor llegó para escuchar cantar a la muchacha. Al terminarlo, la muchacha estaba muy ansiosa de saber lo que decía el profesor. Como no había llegado a felicitarla, ella preguntó a una amiga de lo que el profesor había dicho. La amiga le contestó, “El profesor dijo que cuando tú cantabas, le sonaba algo celestial”. La muchacha no pudo creer que el profesor hubiera dicho eso, y le preguntó de nuevo a la amiga, “¿Es verdad que dijo que le sonaba así, celestial ?“ La amiga respondió que sí fue la verdad. La muchacha persistía, “Quiero saber exactamente lo que dijo el profesor. ¿Qué es lo que dijo en realidad?”. La amiga le contestó, “Bueno, si quieres en verdad saber las palabras exactas, él dijo que era un sonido ultraterrestre”. Permítanme decirles, mis amigos, que un sonido ultraterrestre no quiere decir que suena celestial. Las palabras exactas sí son importantes.
Créanme, que son las palabras de la Escritura que son inspiradas, y no los pensamientos. Por ejemplo, Satanás no fue inspirado a decir una mentira, pero la Biblia indica que mintió. Son las palabras que son inspiradas. Y el Señor Jesús dijo, “Escrito está,” citando la Palabra de Dios del Antiguo Testamento. Aquellos hombres que escribían el Antiguo Testamento estaban proclamando lo que Dios tenía que decir. En Éxodo 20:1 Moisés escribió: “Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:”. Fue Dios que habló. Moisés escribió lo que dijo Dios.
Por los años han sido hallados muchos manuscritos excelentes de la Escritura. Hablando en cuanto a los manuscritos en Bretaña, el señor Jorge Kenyon, difunto director y bibliotecario principal del museo británico, hizo esta declaración: “Gracias a estos manuscritos, el lector ordinario de la Biblia puede sentirse cómodo en cuanto a la pureza del texto. Aparte de pocas alteraciones verbales de no importancia, las cuales se consideran ser naturales en libros transcritos a mano, estamos asegurados de que el Nuevo Testamento ha venido intacto.” Se pueden asegurar hoy de que tenemos los que llegan tan próximos a los autógrafos como cualesquier puedan llegar. Los autógrafos son inspirados y creo en la inspiración verbal y plenaria.
Irenaeus, uno de los primeros padres de la iglesia, dijo, “Las Escrituras, por cierto, son perfectas por cuanto están habladas por la Palabra de Dios y por Su Espíritu.” Augustín declaró, “Sometámonos, pues y doblémonos a la autoridad de la Santa Escritura que no yerra ni engaña.” Y Spurgeon dijo, “Nunca puedo dudar la doctrina de la inspiración verbal y plenaria en vista de que veo constantemente en la práctica actual cómo las mismas palabras que a Dios le agradó usar han sido bendecidas al alma del hombre.” Dios habla en este libro a nuestros corazones y vidas.
LA ILUMINACION
La iluminación quiere decir que desde que usted y yo tenemos un libro, un libro divino y humano, escrito por hombres que expresaban sus pensamientos, sólo el Espíritu Santo puede enseñárnoslo. Mientras que hacían esto, estaban escribiendo realmente la Palabra de Dios. Aunque podemos adquirir los hechos de la Biblia por nuestra propia cuenta, el Espíritu de Dios tendrá que abrir nuestro entendimiento y corazón si es que pensamos entender la verdad espiritual que se encuentra en ella.
Pablo, escribiendo a los Corintios, dijo:
Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. (I a Corintios 2:7-9).
Ahora, usted y yo hoy adquirimos casi todo lo que sabemos por la vía visual, o por la sónica, o por la de razonar. Actualmente, Pablo dice aquí que hay ciertas cosas que el ojo no vio ni oído oyó. Hay ciertas cosas que ni logran entrar en la mente. Pues, ¿cómo es que las van a adquirir?
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios. (I a Corintios 2:10).
Muchos llevan este versículo a un funeral, y yo lo oí citar en un funeral hace años. El pastor quiere decir que el buen hermano Fulano de tal era gran hombre, pero que en verdad no sabía mucho estando acá en la tierra. Pero ahora que está en el Cielo, y reflexiona con madurez, sabe cosas que nunca antes podía saber. Aunque eso es la verdad (recibiremos una educación única en el Cielo), el versículo no está hablando de esto. Mucho antes de que nos llegue la muerte, hay muchas cosas que no nos es posible entender por las vías ordinarias estando acá en la tierra. El Espíritu Santo ha de ser nuestro Maestro.
Ustedes recuerdan que en Mateo 16 cuando nuestro Señor preguntó a los discípulos acerca de lo que se decía de El, que le respondieron que se decía lo todo. Y, todavía se está diciendo lo todo acerca de El. Bien pueden conseguir hoy tantas respuestas como el número de personas a quienes preguntan. Hay muchos puntos de vista acerca de El. Mas luego les preguntó:
Y, vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. (Mateo 16:16, 17).
El es El que reveló la verdad a Simón Pedro. Y hoy en día, sólo Dios puede abrirnos la Palabra para que la entendamos verdaderamente.
En el día de la resurrección del Señor Jesús, El caminaba en el camino a Emaús y acompañó a dos hombres en el camino. Hablando con ellos, les preguntó:
¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. (Lucas 24:17-20).
Ustedes recordarán que Jesús había predicho aquello. Lo interesante es que hace años los profetas lo decían. Entonces estos hombres expresaban una esperanza débil, la cual una vez tenían mas ahora no existe.
Pero nosotros esperábamos que El era el que había de redimir a Israel; Y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. (Lucas 24:21).
Seguían contando lo que sabían ellos y lo que las mujeres habían dicho. “Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro... pero a él no le vieron.” Sus esperanzas se habían ensombrecido y oscuridad llenó sus corazones. Ahora escuchen al Señor Jesús:
¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en toda las Escrituras lo que de él decían. (Lucas 24:25 - 27).
Mis amigos, ¿no les gustaría haber estado allí aquel día para escuchar la voz del Señor cuando citó del Antiguo Testamento sacando a luz las Escrituras tocante a El mismo. Por fin se les dio a conocer al sentarse juntos en la cena. Este es el comentario de ellos:
¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
No ven, que estamos estudiando un libro que es diferente que cualquier otro libro. No es sólo que creo en la inspiración de la Biblia. Yo creo que este es un libro cerrado a menos que el Espíritu de Dios abra el corazón suyo y el mío para que sea significante. Luego, cuando Jesús regresó a Jerusalén en aquella vez, seguía enseñándoles a sus discípulos.
Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. (Lucas 24:44).
Fíjense en que Jesús creyó que Moisés escribió el Pentateuco. Creyó que los profetas hablaron de él y que los Salmos le señalaron.
Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras. (Lucas 24:45).
Mis amigos, si El no abre el entendimiento suyo, no entenderán las Escrituras. Por eso mismo, debemos acercarnos a este libro con una gran humildad de mente, no importa lo inteligente que seamos.
Volviendo la página a I a Corintios, Pablo sigue diciendo:
Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. (I a Corintios 2:18, 14).
Nunca me perturbo cuando un inconverso, aunque sea predicador, viene diciendo que no cree más que la Biblia sea la Palabra de Dios. Para decir la verdad, nunca la había creído él. Pero esa es la manera correcta en que debe hablar porque después de todo, si no es creyente, no puede entenderla. Marcos Twain, que era inconverso, dijo que no le perturbaba lo que no entendía de la Biblia. Lo que le inquietaba era lo que sí podía entender. Hay cosas en la Biblia, las cuales un inconverso puede entender y son esas las que causan que muchos rehúsen la Palabra de Dios. Fue Pascal que dijo: “Hay que entender el conocimiento humano para poder amarlo, mas hay que amar el conocimiento divino para poder entenderlo”.
Al dejar el tema de la iluminación, permítanme decir lo siguiente: Sólo el Espíritu de Dios puede abrir los entendimientos y corazones suyos para que vean y acepten a Cristo, y que confíen en El como su Salvador. ¡Que maravilloso! Me he sentido siempre desvalido al entrar en el púlpito porque, créanme, el hermano McGee no puede convertir a ninguno. Pero no me siento tan sólo débil, sino también fuerte no por mí mismo sino por el Espíritu de Dios. El Espíritu sí puede tornar estas palabras muertas y hacer que signifiquen algo vivo.
LA INTERPRETACION
La interpretación tiene que ver con la explicación que ustedes y yo damos a la Palabra de Dios. Y esa es la razón por la cual existen los metodistas, los bautistas, los presbiterianos, este tipo de maestro y aquel—todos tenemos nuestras interpretaciones. Y donde hay desacuerdo alguien evidentemente está equivocado.
Hay ciertas reglas que deben de ser seguidas al tratar nosotros de interpretar la Biblia.
1. En primer lugar, debemos considerar EL PROPOSITO QUE ABARCA TODA LA BIBLIA. Y esa es la razón por la cual enseño toda la Biblia. Creo que es necesario estudiarla toda antes de que se haga cualquiera declaración dogmática acerca de cualquier versículo particular de las Escrituras. Es de suma importancia llevar en cuenta todos los versículos que se refieren a cualquier tema.
2. También debemos considerar A QUIEN SE DIRIGE LA ESCRITURA. Por ejemplo, hace años Dios le dijo a Josué, “Levántate y pasa este Jordán”. (Josué 1:2) Cuando yo visitaba aquel país, pasé el río Jordán, pero no lo pasé para cumplir aquella Escritura. Ni decía, “Por fin obedecí al Señor por pasar el Jordán”. Claro que no, porque cuando leo aquel versículo yo entiendo que el Señor está hablando a Josué, pero sí creo que hay una lección tremenda para mí en esa porción. Toda Escritura no me está dirigida, pero toda Escritura sí me sirve de provecho, y es bueno recordar esto.
3. Luego debemos siempre considerar EL CONTEXTO INMEDIATO, el cual cae antes y después de una Escritura. ¿De qué habla el pasaje? ¿Cuáles otros pasajes de la Escritura tratan del mismo hecho?
4. Debe haber un esfuerzo hecho para DETERMINAR LO QUE DICE EL TEXTO ORIGINAL. Si no lee el hebreo ni el griego, al leer la versión Reina-Valera de la Biblia sí llega próximo al original. Es la Biblia en español que más se usa hoy. Han salido varias versiones en inglés, las cuales causan algo de confusión. Hay las que son muy buenas, pero la mayoría quedan nubladas del punto de vista del hombre que nos las ha dado. Muchas no son traducciones, sino una forma de interpretación. Alguien me ha preguntado que si, a mi parecer, la versión “Cartas Vivientes” es una buena traducción, o no. Les digo que es una interpretación maravillosa, pero no es una traducción. En unos de nuestros libros de estudio, trato de dar una traducción de una palabra o frase. Tratamos de llegar tan próximo al original que sea posible. Lo creo ser imperativo.
5. INTERPRETE LA BIBLIA LITERALMENTE. El difunto Doctor David Cooper lo ha declarado bien: “Cuando el sentido obvio de Escritura queda en un sentido común, no busque otro sentido; por eso, tome cada palabra en su sentido primario, ordinario, usual y literal a menos que los hechos del contexto inmediato, estudiados en la luz de los pasajes relacionados y de verdades axiomáticas y fundamentales, indiquen claramente lo contrario”.
CUALIDADES DEL INTÉRPRETE
En primer lugar, el intérprete de las Escrituras, y, en realidad, de cualquier libro que sea, debe poseer una mente sana y bien equilibrada; ésta es condición indispensable, pues la dificultad de comprensión, el raciocinio defectuoso y la extravagancia de la imaginación, son cosas que pervierten el raciocinio y conducen a ideas vanas y necias.
Todos esos defectos, y aun cualquiera de ellos, inutiliza al que los sufre para ser intérprete de la Palabra de Dios. Un requisito especial del intérprete es la rapidez de percepción. Debe gozar del poder de asir el pensamiento de su autor y notar, de una mirada, toda su fuerza y significado.
A esa rapidez de percepción debe ir unida una amplitud de vistas y claridad de entendimiento prontos a coger no sólo el intento de las palabras y frases sino también el designio del argumento. Por ejemplo: al tratar de explicar la Epístola a los Gálatas, una percepción rápida notara el tono apologético de los dos primeros capítulos, la vehemente audacia de Pablo al afirmar la autoridad divina de su apostolado y las importantes consecuencias de sus pretensiones.
Notará, también, con cuánta fuerza los incidentes personales a que se hace referencia en la vida y ministerio de Pablo entran en su argumento. Se apreciará vivamente la apasionada apelación a los "¡gálatas necios!", al principio del capítulo tercero y la transición natural, desde ese punto a la doctrina de la Justificación.
La variedad de argumento y de ilustración en los capítulos tercero y cuarto, y la aplicación exhortatoria y los consejos prácticos de los dos últimos capítulos también saltarán a la vista; y entonces, la unidad, el intento, y la derechura de toda la epístola estarán retratados ante el ojo de la mente como un todo perfecto, el que se irá apreciando más y más, a medida que se añada atención y estudio a los detalles y minucias.
Todos esos defectos, y aun cualquiera de ellos, inutiliza al que los sufre para ser intérprete de la Palabra de Dios. Un requisito especial del intérprete es la rapidez de percepción. Debe gozar del poder de asir el pensamiento de su autor y notar, de una mirada, toda su fuerza y significado.
A esa rapidez de percepción debe ir unida una amplitud de vistas y claridad de entendimiento prontos a coger no sólo el intento de las palabras y frases sino también el designio del argumento. Por ejemplo: al tratar de explicar la Epístola a los Gálatas, una percepción rápida notara el tono apologético de los dos primeros capítulos, la vehemente audacia de Pablo al afirmar la autoridad divina de su apostolado y las importantes consecuencias de sus pretensiones.
Notará, también, con cuánta fuerza los incidentes personales a que se hace referencia en la vida y ministerio de Pablo entran en su argumento. Se apreciará vivamente la apasionada apelación a los "¡gálatas necios!", al principio del capítulo tercero y la transición natural, desde ese punto a la doctrina de la Justificación.
La variedad de argumento y de ilustración en los capítulos tercero y cuarto, y la aplicación exhortatoria y los consejos prácticos de los dos últimos capítulos también saltarán a la vista; y entonces, la unidad, el intento, y la derechura de toda la epístola estarán retratados ante el ojo de la mente como un todo perfecto, el que se irá apreciando más y más, a medida que se añada atención y estudio a los detalles y minucias.
El intérprete debe ser capaz de percibir rápidamente lo que un pasaje no enseña, así como de abarcar su verdadera tendencia.
Un intelecto vigoroso no estará desprovisto de poder imaginativo. En las descripciones narrativas se deja lugar para mucho que no se dice, y abundan hermosos pasajes en las Escrituras que no pueden ser debidamente apreciados por personas carentes de poder imaginativo.
El intérprete fiel frecuentemente debe transportarse al pasado y pintar para su propia alma las escenas de los tiempos antiguos. Debe poseer una intuición de la naturaleza y de la vida humana que le permita clocarse en lugar de los escritores bíblicos y ver y sentir como ellos. Pero, a veces, ha acontecido que los hombres dotados de mucha imaginación han sido expositores poco seguros.
Una fantasía exuberante se halla expuesta a errar en el juicio, introduciendo conjeturas y fantasías en lugar de exégesis válida. La imaginación corregida y bien disciplinada se asocia al poder de la concepción y del pensamiento abstracto, hallándose así en aptitud de formar, si se le piden, hipótesis para usarlas en ilustraciones o en argumentos.
El intérprete fiel frecuentemente debe transportarse al pasado y pintar para su propia alma las escenas de los tiempos antiguos. Debe poseer una intuición de la naturaleza y de la vida humana que le permita clocarse en lugar de los escritores bíblicos y ver y sentir como ellos. Pero, a veces, ha acontecido que los hombres dotados de mucha imaginación han sido expositores poco seguros.
Una fantasía exuberante se halla expuesta a errar en el juicio, introduciendo conjeturas y fantasías en lugar de exégesis válida. La imaginación corregida y bien disciplinada se asocia al poder de la concepción y del pensamiento abstracto, hallándose así en aptitud de formar, si se le piden, hipótesis para usarlas en ilustraciones o en argumentos.
Pero, sobre toda otra cosa, un intérprete de las Escrituras necesita un criterio sano y sobrio. Su mente debe tener la competencia necesaria para analizar, examinar y comparar. No debe dejarse influir por significados ocultos, por procesos espiritualizantes ni por plausibles conjeturas.
Antes de pronunciarse, debe pesar todos los pro y los contra de alguna posible interpretación; debe considerar si sus principios son sostenibles y consecuentes consigo mismos; debe balancear las probabilidades y llegar a conclusiones con las mayores precauciones posibles.
Es dable entrenar y robustecer un criterio semejante, un discernimiento lleno de fina observación, y no debe economizarse trabajo en constituirlo en un hábito de la mente, tan seguro como digno de confianza.
Antes de pronunciarse, debe pesar todos los pro y los contra de alguna posible interpretación; debe considerar si sus principios son sostenibles y consecuentes consigo mismos; debe balancear las probabilidades y llegar a conclusiones con las mayores precauciones posibles.
Es dable entrenar y robustecer un criterio semejante, un discernimiento lleno de fina observación, y no debe economizarse trabajo en constituirlo en un hábito de la mente, tan seguro como digno de confianza.
Los frutos de semejante discernimiento serán la corrección y la delicadeza. El intérprete del libro sagrado hallará la necesidad de estas cualidades para descubrir las múltiples bellezas y excelencias esparcidas en rica profusión por sus páginas.
Pero tanto su gusto como su criterio deben recibir la instrucción necesaria para discernir entre los ideales verdaderos y los falsos. La honestidad a toda costa, así como la sencillez de la gente del mundo antiguo, hieren muchos tontos refinamientos de la gente moderna. Una sensibilidad exagerada halla, a veces, motivos para ruborizarse por algunas expresiones que en las Escrituras aparecen sin la más mínima idea de impureza. En tales casos, el gusto correcto leerá de acuerdo con el verdadero espíritu del escritor y de su época.
Pero tanto su gusto como su criterio deben recibir la instrucción necesaria para discernir entre los ideales verdaderos y los falsos. La honestidad a toda costa, así como la sencillez de la gente del mundo antiguo, hieren muchos tontos refinamientos de la gente moderna. Una sensibilidad exagerada halla, a veces, motivos para ruborizarse por algunas expresiones que en las Escrituras aparecen sin la más mínima idea de impureza. En tales casos, el gusto correcto leerá de acuerdo con el verdadero espíritu del escritor y de su época.
En la interpretación de la Biblia, en todas partes hallamos que se da por sentado que ha de hacerse uso de la razón. La Biblia viene a nosotros en la forma del lenguaje humano, apela a nuestra razón y juicio; invita a la investigación y condena una incredulidad ciega.
Debe ser interpretada como cualquier otro volumen, mediante una rígida aplicación de las mismas leyes del lenguaje y el mismo análisis gramatical. Aun en aquellos pasajes de los que puede decirse que se hallan fuera de los límites a que alcanza la razón, en el reino de la revelación sobrenatural, compete al criterio racional el decir si realmente la revelación de que se trata es sobrenatural.
En asuntos que están más allá del alcance de su visión, puede la razón, con argumentos válidos, explicar su propia incompetencia y por la analogía y diversas sugestiones demostrar que hay muchas cosas que están fuera de su dominio, las que, a pesar de ello, son verdaderas y enteramente justas, y deben aceptarse sin disputas. De esta manera la razón misma puede ser eficaz para robustecer la fe en lo invisible y eterno.
Debe ser interpretada como cualquier otro volumen, mediante una rígida aplicación de las mismas leyes del lenguaje y el mismo análisis gramatical. Aun en aquellos pasajes de los que puede decirse que se hallan fuera de los límites a que alcanza la razón, en el reino de la revelación sobrenatural, compete al criterio racional el decir si realmente la revelación de que se trata es sobrenatural.
En asuntos que están más allá del alcance de su visión, puede la razón, con argumentos válidos, explicar su propia incompetencia y por la analogía y diversas sugestiones demostrar que hay muchas cosas que están fuera de su dominio, las que, a pesar de ello, son verdaderas y enteramente justas, y deben aceptarse sin disputas. De esta manera la razón misma puede ser eficaz para robustecer la fe en lo invisible y eterno.
Pero es conveniente que el expositor de la Palabra de Dios cuide de que todos sus principios y sus procedimientos de raciocinio sean sanos y tengan consistencia propia. No debe colocarse sobre premisas falsas.
Debe abstenerse de dilemas que acarrean confusión. Sobre todo, debe evitar el precipitarse a establecer conclusiones faltas del debido apoyo. No debe jamás dar por sentado lo que sea de carácter dudoso o esté en tela de juicio.
Todas esas falacias lógicas deben, necesariamente, viciar sus exposiciones y constituirle en un guía peligroso. El empleo correcto de la razón en la exposición bíblica se hace visible en el proceder cauteloso, en los principios sólidos adoptados, en la argumentación firme y concluyente, en la sobriedad del ingenio desplegado y en la integridad honesta y llena de consistencia propia mantenida en todas partes. Semejante ejercicio de la razón siempre se hará recomendable a la conciencia piadosa y al corazón puro.
Debe abstenerse de dilemas que acarrean confusión. Sobre todo, debe evitar el precipitarse a establecer conclusiones faltas del debido apoyo. No debe jamás dar por sentado lo que sea de carácter dudoso o esté en tela de juicio.
Todas esas falacias lógicas deben, necesariamente, viciar sus exposiciones y constituirle en un guía peligroso. El empleo correcto de la razón en la exposición bíblica se hace visible en el proceder cauteloso, en los principios sólidos adoptados, en la argumentación firme y concluyente, en la sobriedad del ingenio desplegado y en la integridad honesta y llena de consistencia propia mantenida en todas partes. Semejante ejercicio de la razón siempre se hará recomendable a la conciencia piadosa y al corazón puro.
En adición a las cualidades que hemos mencionado, el intérprete debiera ser "apto para enseñar" (2 Tim. 2: 24). No sólo debe ser capaz de entender las Escrituras sino también de exponer a otros, en forma vívida y clara, lo que él entiende. Sin esta aptitud, todas sus otras dotes y cualidades de poco o nada le servirán. Por consiguiente, el intérprete debe cultivar un estilo claro y sencillo, esforzándose en el estudio necesario para extraer la verdad y la fuerza de los oráculos inspirados de manera que los demás los entiendan fácilmente.
Cualidades Espirituales
Ante todo, el intérprete necesita una disposición para buscar y conocer la verdad. Nadie puede emprender correctamente el estudio y exposición de lo que pretende ser la revelación de Dios, estando su corazón influido por preocupaciones contra tal revelación o sí, aun por instante, vacila en aceptar lo que su conciencia y su criterio reconocen como bueno.
El intérprete debe tener un deseo sincero de alcanzar el conocimiento de la verdad y de aceptarla cordialmente una vez alcanzada. El amor de la verdad debiera ser ferviente y ardiente, de modo que engendre en el alma entusiasmo por la Palabra de Dios.
El exegeta hábil y profundo es aquel cuyo espíritu Dios ha tocado y cuya alma está avivada por las revelaciones del cielo. Ese fervor santificado debe ser disciplinado y controlado por una verdadera reverencia. "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría". (Proverb. 1: 7).
Tiene qué existir un estado devoto de la mente al mismo tiempo que el puro deseo de conocer la verdad.
Finalmente, el expositor de la Biblia necesita gozar de una comunión viva con el Espíritu Santo. Por medio de una profunda experiencia del alma debe alcanzar el conocimiento salvador que es en Cristo; y en proporción a la profundidad y plenitud de tal experiencia, conocerá la vida y la paz de la "mente del Espíritu" (Rom. 8: 6) .
De modo que quien quiera conocer y explicar a otros "los misterios del “Reino de los cielos" (Mat. 13: 11) debe entrar en bendita comunión con el Santo. Nunca debe dejar de orar (Efes. 1: 17‑18) "que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria le dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él, alumbrados los ojos de su corazón para que sepa cuál sea la esperanza de su vocación y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros, los que creemos".
El intérprete debe tener un deseo sincero de alcanzar el conocimiento de la verdad y de aceptarla cordialmente una vez alcanzada. El amor de la verdad debiera ser ferviente y ardiente, de modo que engendre en el alma entusiasmo por la Palabra de Dios.
El exegeta hábil y profundo es aquel cuyo espíritu Dios ha tocado y cuya alma está avivada por las revelaciones del cielo. Ese fervor santificado debe ser disciplinado y controlado por una verdadera reverencia. "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría". (Proverb. 1: 7).
Tiene qué existir un estado devoto de la mente al mismo tiempo que el puro deseo de conocer la verdad.
Finalmente, el expositor de la Biblia necesita gozar de una comunión viva con el Espíritu Santo. Por medio de una profunda experiencia del alma debe alcanzar el conocimiento salvador que es en Cristo; y en proporción a la profundidad y plenitud de tal experiencia, conocerá la vida y la paz de la "mente del Espíritu" (Rom. 8: 6) .
De modo que quien quiera conocer y explicar a otros "los misterios del “Reino de los cielos" (Mat. 13: 11) debe entrar en bendita comunión con el Santo. Nunca debe dejar de orar (Efes. 1: 17‑18) "que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria le dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él, alumbrados los ojos de su corazón para que sepa cuál sea la esperanza de su vocación y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros, los que creemos".
METODOS DE INTERPRETACION
La historia de la exposición bíblica, tal como se la descubre en las obras de los grandes exegetas y críticos, nos muestra los diversos métodos que han prevalecido en varios períodos. Indudablemente, al través de los siglos, el sentido común de los lectores ha aceptado el significado obvio de las principales partes de la Biblia; pues, como lo hace notar Stuart: "Desde el primer instante en que un ser humano se dirigió a otro, mediante el uso del lenguaje, hasta la hora actual, las leyes esenciales de la interpretación fueron, y han continuado siéndolo‑, un asunto práctico. La persona a quien se hablaba, siempre ha sido un intérprete en cada caso en que ha oído y entendido lo que se le decía. Por consiguiente, toda la raza humana es, y siempre ha sida, intérprete. Esto es una ley de su naturaleza racional, inteligente y comunicativa". La mayor parte de los métodos de explicación erróneos y absurdos tienen su origen en falsas ideas acerca de la Biblia misma. Por una parte hallamos una reverencia supersticiosa por la letra de la Escritura, lo que induce a escudriñar en busca de tesoros de pensamiento escondidos en cada palabra; por otra parte, los prejuicios y suposiciones hostiles a las Escrituras han engendrado métodos de interpretación que pervierten, y a menudo contradicen, las declaraciones mas claras de las Escrituras. Las antiguas exposiciones judaicas del Antiguo Testamento exhiben numerosos métodos absurdos de interpretación. Por ejemplo, las letras de una palabra eran reducidas a su valor numérico; luego se buscaba alguna otra palabra o declaración que contuviera las mismas letras en otro orden, u otras letras que sumaran el mismo valor numérico y, halladas, se consideraban las dos palabras como equivalentes en significado. El valor numérico de las letras que, en hebreo, componen el nombre "Eliezer", es trescientos dieciocho, igual al número de los siervos de Abraham (Gén. 14: 14) de lo cual se infería que el mayordomo de Abraham, Eliezer, era tan poderoso solo como los otros trescientos. Y así, por medio de ingeniosas manipulaciones, toda forma gramatical rara, todo caso de pleonasmo o de elipsis, o el empleo de cualquier partícula aparentemente superflua, se la hacía contribuir algún significado notable. Es fácil ver que métodos tan caprichosos necesariamente tenían que envolver la exposición de las Escrituras en la mayor confusión.
Y sin embargo, los eruditos rabinos que tales métodos empleaban buscaban por estos medios demostrar las múltiples excelencias y sabiduría de sus libros sagrados. Así que el estudio de las antiguas exégesis judías es de muy poco valor para dar con el verdadero significado de las Escrituras. Los métodos de procedimiento son fantásticos y arbitrarios y alientan el hábito pernicioso de escudriñar los oráculos de Dios con objetos que sólo tiene en vista el satisfacer curiosidades insanas. Pero para ilustrar antiguas opiniones judías, especialmente para la elucidación de ciertas doctrinas y costumbres y, a veces, para la crítica del texto hebreo‑ los comentarios de los rabinos pueden ser de mucha utilidad.
El método alegórico de interpretación obtuvo prominencia, desde temprano, entre los judíos de Alejandría.
Generalmente se atribuye su origen a la mezcla de la filosofía griega con las concepciones bíblicas acerca de Dios. Muchas de las teofanías y de los antropomorfismos del Antiguo Testamento repugnaban a las mentes filosóficas; de allí el esfuerzo por descubrir detrás de la forma exterior una sustancia interna de verdad. A menudo se trataron las narraciones bíblicas como los mitos griegos, explicándolas, ora como una incorporación histórica, ora como una incorporación enigmática de las lecciones morales y religiosas. El representante más distinguido de la interpretación alegórica judía, fue Filón, de Alejandría, y un mal ejemplo de sus alegorizaciones se halla en las siguientes observaciones acerca de los ríos del Edén (Gén 2:10‑14). Dice Filón:
Con estas palabras Moisés se propone bosquejar las actitudes particulares. Y también ellas son cuatro en número: prudencia, templanza, valor y justicia. Ahora bien, el río mayor, del cual fluyen los cuatro ramales, es la virtud genérica, a la que ya hemos llamado bondad; y los cuatro ramales son el mismo número de virtudes. La virtud genérica, por consiguiente, deriva su principio del Edén, que es la sabiduría de Dios, la que se regocija y alegra y triunfa, deleitándose y honrándose en una sola cosa, su Padre, Dios. Y las cuatro virtudes particulares son ramas de la virtud genérica, la cual, como un río, baña todas las buenas acciones de cada una, con una abundante corriente de beneficios".
Alegorías análogas abundan en las primitivos padres cristianos. Así vemos que Clemente de Alejandría, comentando sobre la prohibición mosaica de comer el cerdo, el halcón, el águila y el cuervo, hace la siguiente observación: "El cerdo es el emblema de la codicia voluptuosa y sucia, de alimento... El águila indica latrocinio, el halcón injusticia y el cuervo voracidad". Acerca de Éxodo 15: 1, "Jehová se ha magnificado... echando en la mar al caballo y su jinete". Clemente observa: "Al efecto brutal y con muchos miembros, la codicia, con el jinete montado, que da las riendas a los placeres, lo lanza al mar, arrojándolos a los desórdenes del mundo". Así también Platón, en su libro acerca del alma (Timaeus), dice que "el cochero y el caballo que dispararon (la parte irracional, que se divide en dos, en cólera y en concupiscencia) caen; de modo que el mito da a entender que fue por medio de la lascivia de los corceles que Phaethon fue arrojada".
El método alegórico de interpretación se basa en una profunda reverencia por las Escrituras y un deseo de exhibir sus múltiples profundidades de sabiduría. Pero se notará inmediatamente que su costumbre es desatender el significado común de las palabras y dar alas a toda clase de ideas fantásticas. No extrae el significado legítimo del lenguaje del autor sino que introduce en él todo lo que al capricho o fantasía del intérprete se le ocurre. Como sistema, pues, se coloca fuera de todos los principios y leyes bien definidos.
En bastante estrecha alianza con la Interpretación Alegórica hallamos a la Mística, según la cual deben buscarse múltiples profundidades y matices de significado en cada palabra de la Biblia. Por lo tanto los intérpretes alegóricos, muy naturalmente, caen en muchas cosas que deben clasificarse con las teorías místicas. Clemente de Alejandría sostenía que las leyes de Moisés contienen un cuádruplo significado, el natural, el místico, el moral y el profético. Orígenes sostenía que como la naturaleza humana consiste en cuerpo, alma y espíritu, así también las Escrituras tienen un correspondiente triple sentido: el corporal o literal, el psíquico o moral y el espíritu, al que él, más tarde distingue como alegórico, tropológico y anagógico. En la primera parte del siglo IX, el erudito Rhabanus Maurus recomendaba cuatro métodos de exposición, el histórico, el alegórico, el anagógico y el tropológico. Observa él:
"Por medio de éstos, la madre Sabiduría alimenta los hijos de su adopción. A los jóvenes y los de tierna edad concede bebida, en la leche de la historia; a los que se han aprovechado de la fe, alimento en el pan de la alegoría; a los buenos, a los que luchan esforzándose en buenas obras, les da una porción que satisface en el rico nutrimento de la tropología. A aquellos, en fin, que se han elevado sobre el nivel común de la humanidad, por medio de un menosprecio de las cosas terrenas y han avanzado a lo más elevado por medio de deseas celestiales, les da la sobria embriaguez de la contemplación teórica en el vino de la anagogía... La Historia, que narra ejemplos de hombres perfectos, excita al lector a imitar la santidad de ellos; la alegoría lo excita a conocer la verdad en la revelación de la fe; la tropología lo alienta al amor a la virtud por el mejoramiento de la moral; y la anagogía promueve los deseos de felicidad eterna por la revelación de goces eternos... Puesto que parece que mediante estos cuatro modos de entendimiento las Escrituras descubren todas las cosas secretas que hay en ellas, debiéramos considera cuándo deben ser entendidas según uno de esos modos; según los cuatro juntos".
Entre los intérpretes místicos podemos colocar también al famoso Emmanuel Swedenborg, quien sostenía la existencia de un triple sentido de las Escrituras, de acuerdo con lo que él titulaba "la Ciencia de las Correspondencias". Así como hay tres cielos, el bajo, el medio y el superior, así hay tres sentidos en la Palabra: el natural o literal, el espiritual y el celestial. Dice él:
"La Palabra en su letra, es como una alhajera, donde vemos, en orden, piedras preciosas, perlas y diademas; y cuando un hombre aprecia la Palabra santa y la lee para provecho de su vida, los pensamientos de su mente son, comparativamente, como quien tiene en sus manos semejante mueble y lo envía hacia el cielo; y en su ascensión se abre y las cosas preciosas que en él hay llegan a los ángeles, quienes se deleitan profundamente al verlas y examinarlas. Este deleite de los ángeles se comunica al hombre y forma consorcio y también una comunicación de percepciones".
Explica el mandamiento: "No matarás" (Ex. 20 13), primeramente en su sentido natural, como prohibiendo el asesinato y también el acariciar pensamientos de odio y de venganza; en segundo lugar, en sentido espiritual, como prohibiendo "portarse como diablo y destruir el alma de un hombre"; y, en tercer lugar, en el sentido celestial los ángeles entienden por matar, el aborrecer al Señor y la Palabra.
Algo semejante al místico es el modo de exposición Pietista, según el cual el intérprete pretende ser guiado por "una luz interna", recibida como "una unción del Santo" (1 Juan 2: 20) . Las reglas de la gramática y el significado y el uso común se abandonan, sosteniéndose que la Luz interna del Espíritu es el Revelador permanente e infalible. Algunos de los últimos pietistas de Alemania, así como los cuáqueros de Inglaterra y de Norte América, se han dado, especialmente, a esta manera de manejar las Escrituras. Naturalmente, debiera suponerse que esta santa luz interna nunca se contradiría ni guiaría a sus seguidores a diversas exposiciones de un mismo texto, pero las interpretaciones divergentes e irreconciliables prevalecientes entre los adherentes de este sistema demuestran que la tal "luz interna" no merece confianza: Como los sistemas alegórico y místico, de interpretación, el Pietismo admite la santidad de las Escrituras y busca en ellas lecciones de vida eterna, pero en cuanto a principios y reglas de exégesis es más ilegal e irracional. El alegorista profesa seguir ciertas analogías y correspondencias pero el cuáquero pietista es ley para sí mismo, de modo que su propio sentimiento o fantasía subjetivos es lo que pone fin a toda controversia. El se establece como un nuevo oráculo, y en tanto que profesa seguir la palabra escrita de Dios, establece su propio dicho como otra revelación. Es muy natural que semejante proceder nunca se podrá recomendar al sentido común ni al juicio racional.
Un método de exposición que debe su origen al famoso J. S. Semler, padre de la escuela destructiva del Racionalismo Alemán, es conocido con el nombre de Teoría del Acomodamiento. Según ella, las enseñanzas bíblicas acerca de los milagros, el sacrificio vicario y expiatorio, la resurrección, el juicio eterno y la existencia de ángeles y demonios, deben considerarse como acomodamientos a las ideas supersticiosas, las preocupaciones y la ignorancia de la época. De esta manera se hacía a un lado todo lo sobrenatural. Semler se obstinó en la idea de que debemos distinguir entre religión y teología y entre la piedad personal y la enseñanza pública de la Iglesia. Rechazó la doctrina de la inspiración divina de las Escrituras y sostuvo que como el Antiguo Testamento fue escrito para los judíos, cuyas ideas religiosas eran estrechas y erradas, no podemos aceptar sus enseñanzas como una regla general de fe. Sostenía él que el Evangelio según Mateo fue preparado para judíos que estaban fuera de Palestina, así como el de Juan fué escrito para cristianos saturados, en mayor o menor grado, de cultura griega. Pablo, al principio, se adaptó a las modalidades judías de pensamiento con la esperanza de atraer al Cristianismo a muchos de sus compatriotas; pero, fracasando en su propósito, se volvió a los gentiles y alcanzó gran distinción al presentar el Cristianismo como una religión para todos los hombres. Por consiguiente, los diferentes libros que componen las Escrituras habían tenido por objeto, únicamente, servir a una necesidad del momento y muchas de sus declaraciones pueden, sin mayores trámites, hacerse a un lado como falsas.
La objeción fatal para este método de interpretación es que, necesariamente, impugnan la veracidad y el honor de los escritores sagrados y aun el del mismo Hijo de Dios, pues los representa a todos en connivencia para disimular tos errores y la ignorancia del pueblo y para confirmarles a ellos y a todos los lectores de la Biblia en tales ignorancias y error. Admitir semejante principio en nuestras exposiciones de la Biblia significaría desprendernos de nuestras anclas y dejarnos llevar, mar afuera, por sobre las revueltas aguas de la conjetura y la incertidumbre.
Aunque sea de paso, debemos mencionar lo que generalmente se llama la Interpretación Moral, y que debe su origen al célebre filósofo Kant. La prominencia que da a la razón pura y al idealismo mantenido en su sistema metafísico, conducen, naturalmente, a la práctica de hacer inclinar las Escrituras a las exigencias preconcebidas de la razón porque aunque toda la Escritura sea dada por inspiración de Dios, tiene por su valor y propósito prácticos la mejora moral del hombre. De aquí que cuando del sentido literal e histórico de un pasaje no pueda extraerse ninguna lección moral provechosa que se recomiende a la razón práctica, estamos en libertad de hacerla a un lado y de dar a las palabras un significado compatible con la religión de la razón. Se sostiene que tales exposiciones no deben ser acusadas de faltas de sinceridad, por cuanto no debe presentárselas como el significado estricto de los sagrados escritores sino, únicamente, como un significado que ellos, probablemente, pudieron haber intentado dar. El único valor real de las Escrituras es ilustrar y confirmar la religión de la razón.
Fácil es ver que semejante sistema de interpretación, que públicamente desconoce el sentido gramatical e histórico de la Biblia, no puede tener reglas dignas de confianza o consistentes. Al igual que los métodos místico y alegórico, deja todo librado a la fe o a la fantasía del intérprete.
Tan expuestos a la objeción y a la crítica son todos esos métodos de interpretación que no hay por qué sorprenderse si los vemos reemplazados por otros extremos. De todas las teorías racionalistas, la Naturalista es la más violenta y radical. Una aplicación rígida de esta teoría la hallamos en el Comentario del Nuevo Testamento, por Paulus, en el que se sostiene que el crítico bíblico debiera siempre hacer distinción entre lo que son hechos y lo que son meras opiniones. Acepta la verdad histórica de las narraciones de los evangelios pero sostiene que la manera de explicarlas es asunto de opinión. Rechaza toda agencia sobrenatural en los asuntos humanos y explica los milagros de Jesús ora como actos de bondad, ora como demostraciones de pericia medica, o como ilustraciones de sagacidad y tacto personales, registrados en la narración de una manera característica de la época y de las opiniones de los diversos escritores. El caminar de Jesús sobre las aguas, era, simplemente, una caminata por la playa; el bote estuvo todo el tiempo tan cerca de la orilla, que cuando Pedro saltó al agua, Jesús pudo alcanzarle y salvarle desde la playa. La excitación fue tan grande y tan profunda la impresión sobre los discípulos, que les pareció que Jesús, milagrosamente, había caminado sobre las aguas e ido en su auxilio.
El milagro aparente de alimentar a cinco mil personas con cinco panes, se realizó, sencillamente, por el ejemplo que Jesús ordenó a sus discípulos que dieran, de distribuir a los que les rodeaban de las pocas provisiones que tenían. Este ejemplo fue pronto seguido por otros grupos y se halló que había comida más que suficiente para todos. Lázaro no murió realmente; sufrió un desmayo y se le creyó muerto. Jesús sospechó estas cosas y, llegando a la tumba en el momento oportuno, halló confirmada su suposición; y su sabiduría y poder, en este caso, hicieron una impresión profunda y duradera.
Se vio inmediatamente que este estilo de exposición anulaba las leyes racionales del lenguaje humano al mismo tiempo que minaba la credibilidad de toda la Historia. Por otra parte exponía los libros sagrados a toda clase de sátiras. Sólo por muy corto tiempo despertó algún interés.
El Método Naturalista de interpretación fue seguido por el Mítico. Su más distinguido representante fue David Federico Strauss, cuya "Vida de Jesús", publicada primeramente en 1835, creó profunda sensación en el mundo cristiano. La teoría mítica, tal como Strauss la desarrolló y la aplicó rígidamente, era una aplicación lógica y consistente que se hacía a la exposición bíblica dé la doctrina de Hegel (panteísta) de que la idea de Dios y del absoluto no brota milagrosamente ni se revela en el individuo, sino que se desarrolla en la conciencia de la humanidad. Según Strauss, la idea mesiánica se desarrolló gradualmente en las expectativas y anhelos de la Nación Judía y en la época en que Jesús apareció ella estaba alcanzando su completa madurez. El Cristo había de surgir de la línea de David, nacer en Belén, ser un profeta semejante a Moisés y hablar palabras de infalible sabiduría. Su época había de estar llena de señales y maravillas. Se abrirían los ojos de los ciegos, se destaparían los oídos de los sordos y las lenguas de los mudos cantarían. Entre estas esperanzas y expectativas apareció Jesús, un israelita de notable belleza y fuerza de carácter, quien, por su excelencia y sabia conducta hizo una poderosa impresión sobre sus amigos y allegados. Después de su fallecimiento. sus discípulos no sólo cedieron a la convicción de que debió resucitar de entre los muertos sino que empezaron a asociarse con todos sus ideales mesiánicos. El argumento de ellos era: "Tales y tales cosas deben haber pertenecido a Cristo: Jesús era el Cristo; por consiguiente, tales y tales cosas le acontecieron". La visita de los sabios del Oriente fué sugerida por la profecía de Balaam acerca de la "estrella de Jacob" (Núm. 24: 17). La huída de la santa familia a Egipto fué sacada de la huida de Moisés a Madian y la masacre de los niños de Belén, de la orden del faraón que ordenó destruir todos los varoncitos que nacieran a los israelitas en Egipto. La alimentación milagrosa de los cinco mil, con unos cuantos panes, fue un arreglo de la historia del maná tomada del Antiguo Testamento. La transfiguración en el Monte se tomó de los relatos acerca de Moisés y de Elías en el Monte de Dios. En fin, Cristo no instituyó la Iglesia Cristiana ni envió su Evangelio a los pueblos según lo relata el Nuevo Testamento; antes bien, el Cristo de los evangelios fue la creación mítica de la Iglesia primitiva. Unos adoradores entusiastas revistieron la memoria de aquel hombre, Jesús, con todo lo que pudiera engrandecer su nombre y su carácter como el Mesías del mundo. Pera el análisis crítico debe determinar lo que es hecho y lo que es ficción. A veces puede ser imposible trazar la línea divisoria.
Entre los rasgos mediante los cuales debemos distinguir el mito, Strauss da los siguientes ejemplos:
Una narración no es histórica
(1) cuando sus declaraciones son irreconciliables con las leyes conocidas y universales que; rigen el curso de los acontecimientos;
(2) cuando es inconsecuente consigo misma o con otros relatos de la misma cosa;
(3) cuando los actores conversan poéticamente o en discurso de elevado lenguaje, inadecuado a su educación y posición;
(4) cuando la sustancia esencial, lo fundamental de un asunto de que se da cuenta, es inconcebible en sí mismo o se halla en notable armonía con alguna idea mesiánica de los judíos de aquella época.
Una narración no es histórica
(1) cuando sus declaraciones son irreconciliables con las leyes conocidas y universales que; rigen el curso de los acontecimientos;
(2) cuando es inconsecuente consigo misma o con otros relatos de la misma cosa;
(3) cuando los actores conversan poéticamente o en discurso de elevado lenguaje, inadecuado a su educación y posición;
(4) cuando la sustancia esencial, lo fundamental de un asunto de que se da cuenta, es inconcebible en sí mismo o se halla en notable armonía con alguna idea mesiánica de los judíos de aquella época.
No es necesario que entremos en una exposición detallada de las falacias de esta teoría mítica. Basta el observar, sobre las cuatro reglas enumeradas, que la primera niega, dogmáticamente, la posibilidad del milagro; la segunda (especialmente en manos de Strauss) supone, virtualmente, que cuando dos relatos difieren entre sí, ambos deben ser falsos. La tercera carece de valor mientras no se demuestre claramente, en cada caso, lo que es apropiado o conveniente y lo que no lo es; y en cuanto a la cuarta, si se la reduce a último análisis, resulta simplemente una apelación a las nociones subjetivas que uno posea. A estas consideraciones debe añadirse el hecho de que el Jesús que los evangelios nos describen es sumamente distinto del concepto judío de su época, acerca del Mesías. Es demasiado perfecto y maravilloso para ser el producto de la fantasía humana. Los mitos sólo surgen en épocas no históricas y eso, largo tiempo después de la persona o acontecimiento que representan; en tanto que Jesús vivió T realizó sus maravillosas obras en el período más crítico de la civilización griega y de la romana. Por otra parte los escritos del Nuevo Testamento se publicaron demasiado pronto, después de la aparición actual de Jesús, lo que impide la incorporación de semejante desarrollo mítico como Strauss pretende. Esforzándose por demostrar de qué manera la Iglesia, espontáneamente, originó al Cristo de los evangelios, toda esta teoría nos deja a obscuras, sin mostrarnos causa o explicación suficiente del origen de la Iglesia y del Cristianismo mismo. La interpretación mítica no ha tenido aceptación entre los estudiantes cristianos y tiene muy pocos adeptos en la época actual.
Los cuatro métodos de interpretación últimamente mencionados pueden, a una, ser designados como racionalistas; pero bajo este nombre caben también otros que armonizan con la teoría naturalista, la mítica, la moral y la acomodativa, en cuanto a negar el elemento sobre. natural de la Biblia. Los métodos peculiares por medio de los cuales los señores F. C. Baur, Renán, Schenkel y otros críticos racionalistas, han tratado de retratar la vida de Jesús y de explicar el origen de los evangelios, de los Actos y de las Epístolas, frecuentemente envuelven principios igualmente peculiares de interpretación. Siga embargo, todos estos escritores proceden con suposiciones que, de hecho, dan por sentado lo que está en discusión entre naturalistas y supernaturalistas. Pero todos difieren entre sí notablemente. Baur rechaza la teoría mítica de Strauss y halla en los partidos petrino y paulino de la Iglesia Primitiva el origen de muchos de los escritos neotestamentarios. Estos partidos o facciones surgieron con motivo de la abolición de ceremoniales del Antiguo. Testamento y del rito de la circuncisión. A los Actos de los Apóstoles los considera como el monumento de pacificación entre estos partidos rivales, efectuada en la primera parte del siglo segundo. Representa al libro, en su mayor parte, como una ficción, en la cual su autor, discípulo de Pablo, representa a Pedro como el primero en predicar a los gentiles, y a Pablo como conformándose a diversas costumbres judías, asegurándose, en tal forma, una reconciliación entre los cristianos petrinos y paulinos. Por su parte, Renán sostiene una teoría legendaria acerca del origen de los evangelios y atribuye los milagros de Jesús, al igual que las maravillas de los santos medioevales, en parte a la ciega adoración y al entusiasmo de sus adeptos y, en parte, al fraude piadoso. Schenkel trata de hacer inteligibles la vida y el carácter de Cristo despojándolo de lo divino y milagroso y presentándonos simplemente a un hombre.
Es justo hacer notar que todas estas teorías racionalistas se destruyen una a la otra. Strauss le pinchó el parche al método naturalista de Paulus y Baur demostró que la teoría mítica de Strauss es insostenible. Renán se pronuncia contra las teorías de Baur y demuestra lo manifiesto del fraude de pretender que las facciones petrina y paulina sean la explicación del origen de los libros del Nuevo Testamento, a la vez que esos libros expliquen lo de las facciones. El propio método de crítica, de Renán, parece ser completamente sin ley, y sus observaciones llenas de ligereza y capciosas han hecho que muchos de sus lectores le consideren falto de toda convicción seria o sagrada y como hombre listo para emplear cualquiera clase de medios con tal de lograr su fin. Lo vemos continuamente introduciendo en las Escrituras sus propias ideas y haciendo decir a sus escritores lo que, probablemente, jamás soñaron. Por ejemplo, supone que el hombre rico fue al lugar de sufrimiento porque era rico y que Lázaro fue glorificado a causa de su extrema pobreza. Muchas de sus interpretaciones se basan en las suposiciones más insostenibles y son indignas de tomarlas en serio para refutarlas. El resultado lógico está mucho más allá de su exégesis, en las cuestiones fundamentales de un Dios personal y de una providencia predominante.
El desarrollo de la filosofía especulativa por medio de Kant, Jacobi, Herbart, Fichte, Schelling y Hegel ha ejercido un influjo profundo sobre las mentes críticas de Alemania y ha afectado el estilo y métodos exegéticos de muchos de los grandes estudiantes bíblicos del siglo XIX. Esta filosofía ha tendido a hacer intensamente subjetiva la mente alemana y ha impulsado a no pocos teólogos a mirar tanto la Historia como las doctrinas en relación con alguna teoría preconcebida, más bien que en sus aspectos prácticos sobre la vida humana. Así vemos que los métodos críticos de Reuss, Kuenen y Wellhausen, en su tratamiento de la literatura del A. Testamento parecen basados, no tanto en un examen ingenuo de todo el contenido de los libros sagrados de Israel, como sobre la aplicación de la filosofía de la historia humana a los libros. Un estudio desapasionado de las obras de estos críticos induce a creer que los argumentos detallados con que pretenden sostener sus posiciones, no son los verdaderos pasos del camino andado para alcanzar sus primeras conclusiones. Los varios ataques a la autoridad mosaica del Pentateuco se ve claramente que ha sido una sucesión de arreglos. Una teoría crítica ha dado lugar a otra como en los ataques a la credulidad de los evangelios; y los métodos empleados son especialmente de la naturaleza de un alegato especial para mantener una teoría preconcebida. Reuss, en el prefacio de su gran obra acerca de la Historia de las Escrituras Judías nos dice que su punto de vista no es el de historia bíblica sino uno inferido de la comparación de los códigos legales y comenzando con una "intuición" él se propuso "hallar el hilo de Ariadna que guiase fuera del laberinto de las hipótesis corrientes acerca del origen de los libros mosaicos y otros libros del Antiguo Testamento, a la luz de un curso psicológicamente inteligible de desarrollo para el pueblo israelita". Por consiguiente, su procedimiento es una tentativa ingeniosa para hacer que su filosofía de la historia en general explique los registros de la historia de Israel; y, lejos de interpretar de acuerdo con principios legítimos los registros escritos, él los rearregla de acuerdo con su fantasía y, de hecho, fabrica una nueva historia notablemente inconsistente con el significado obvio de los antiguos registros.
Los ataques escépticos y los racionalistas contra las Escrituras han hecho surgir un método de interpretación que podemos llamar apologético. Se propone defender, a toda costa, la autenticidad, genuinidad y credibilidad del sagrado canon, y sus puntos de vista y métodos son tan semejantes al de la Exposición Dogmática de la Biblia, que presentamos los dos juntos. La fase más criticable de restos métodos es que ellos, de hecho, parten con el objeto ostensible de sostener una hipótesis preconcebida. La hipótesis puede ser correcta, pero ese procedimiento siempre está expuesto a conducirnos al error.
Trata constantemente de descubrir deseados significados en las palabras y de desconocer el objeto y propósito general del escritor. Hay casos en los que está bien que se adopte una hipótesis y se la emplee como un medio de investigación; pero en todos esos casos la hipótesis sólo se adopta tentativamente, no la afirma dogmáticamente.
En la exposición de la Biblia, la apología y el dogma tienen su puesto legítimo. La correcta apología defiende los libros sagrados contra la crítica desenfrenada o capciosa y presenta sus derechos a ser considerados como la revelación de Dios.
Pero esto sólo puede hacerse siguiendo métodos racionales y por medio del uso de una lógica convincente. Así también las Escrituras son provechosas para el dogma, pero es necesaria que se demuestre que el dogma es una enseñanza legítima de las Escrituras y no una simple idea tradicional que nuestras preocupaciones quieren añadir a las Escrituras. El exterminio de los cananeos, la poligamia de los santos del Antiguo Testamento y la complicidad de éstos en el asunto de la esclavitud, son sucesos susceptibles de explicaciones racionales y, en tal sentido, de una apología correcta. El apologista correcto no tratará de justificar las crueldades de las antiguas guerras ni sostendrá que Israel tenía derechos legales sobre Canaán, ni juzgará necesario defender la práctica de la poligamia o de la esclavitud por hombres eminentes del Antiguo Testamento. Lo que hará será dejar los hechos y declaraciones tales como aparecen en su propia luz pero los guardará contra falsas inferencias y conclusiones temerarias. De la misma manera, las doctrinas de la Trinidad, de la divinidad de Jesucristo, la personalidad del Espíritu Santo, la expiación vicaria, la justificación, la regeneración, la santificación y la resurrección están firmemente basadas en las Escrituras; pero cuán anticientíficos y cuán censurables son muchos de los métodos por medio de los cuales se han mantenido estas y algunas otras doctrinas. Cuando un teólogo adopta el punto de vista de un credo eclesiástico y desde esa posición, con aire de polemista, procede a buscar textos bíblicos aislados, favorables a sí mismo o desfavorables a su adversario, es más que probable que se exceda. Su credo podrá ser tan verdadero como la misma Biblia, pero su método es reprensible. Como ejemplo de lo que decimos, ahí están las disputas de Lutero y Zwinglio acerca de la consubstanciación. Léase también la literatura polemista de las controversias antinomianas, calvinistas y sacramentalistas. Se revuelve toda la Biblia tratándolas como si ella fuese una colección atómica de textos de prueba dogmática. ¡Cuán difícil es, aun en el día de hoy, para el teólogo y polemista, el conceder que el verso 7 del capítulo 5 de 1ª Juan, sea espurio! Es menester recordar que ninguna apología es sana ni ninguna doctrina segura, si descansan sobre métodos faltos de crítica o si proceden de suposiciones dogmáticas. Semejantes procedimientos no son exposiciones sino imposiciones. Por otra parte, el hábito de tratar con menosprecio las opiniones de los demás, o de declarar lo que un pasaje dado debe significar y lo que de ninguna manera puede significar, no es cosa que pueda captarse la confianza de hombres estudiosos que piensan por sí mismos. Hengstenberg y Ewald representaron dos extremos opuestos de opinión: pero el dogmatismo imperioso y ofensivo de sus escritos ha restado mucho al influjo de sus contribuciones a la literatura bíblica, contribuciones de grandísimo valor, a no haber sido por ese defecto.
Distinguiéndose de todos los métodos de interpretación mencionados podemos referirnos el Histórico‑Gramático como el método que más se recomienda al criterio y a la conciencia de los estudiantes cristianos. Su principio fundamental consiste en conseguir de las Escrituras mismas el significado preciso que los escritores quisieron dar. Ese método aplica a los libros sagrados los mismos principios, el mismo proceso gramatical y el mismo proceso de sentido común y de razón que aplicamos a otros libros. El exegeta histórico‑gramático dotado de convenientes cualidades intelectuales, educacionales y morales, aceptará las demandas de la Biblia sin prejuicios o prevenciones; y sin ambición alguna de demostrarlas como verdaderas o falsas investigará el lenguaje y tendencias de cada libro con toda independencia y sin temor de ninguna clase; se posesionará del idioma del escritor, del dialecto especial que hablaba, así como de su estilo y manera peculiar de expresión; averiguará las circunstancias en que escribió, las maneras y costumbres de su época y el motivo u objeto que tuvo en vista al escribir. Tiene el derecho de suponer que ningún autor en su sano juicio será, a sabiendas, inconsecuente consigo mismo ni tratará de extraviar o de engañar a sus lectores.
